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miércoles, 9 de marzo de 2011

Dentaduras, absurdo y hospitales


El periodista Pedro Prieto, en su columna de www.clicnoticies.com, comenta el extraño caso de una dentadura perdida en el Hospital Mallorquín de Son Espases. Walter su propietario, exige que den con ella. Es de las pocas cosas que le quedan.

Esa “noticia nimia” parece salida de un relato de J.J. Millás, y nos lleva a Borges, Arrabal, Cesar Aira…Eso que parece lo que los periodistas en Francia llaman “Chien ecrasé”: "perro aplastado" (refiriéndose a las pequeñas notas, ni-noticias, escondidas en los rincones de un diario), resulta una tragedia para su “propietario”. Déjenme aportar mi pequeño comentario:

Decía Hesiodo que "el hombre es un animal que come pan".
pero como todos los bípedos mas o menos evolucionados sabemos, el pan es algo duro de roer. Hay batallas libradas entre el pan y el instrumento multiuso (la dentadura) que poseemos (cortar, desgarrar, masticar y predigerir); luchas digo, perdidas contra ese invento primitivo y símbolo de matahambres. Yo mismo, perdí una muela en el combate contra un delicioso pero combativo pan de centeno alemán.
No se si Walter y su dentadura de atrezzo se las apañaba con los cereales sólidos o si esa dentadura le servía sólo para sonreir.
Despojado de las piezas dentales, la boca se convierte en Un conjunto de pliegues e ingles. Una ruina. “El grito” de Munch enmudecido.
Como si a la catedral de Palma le quitamos, los contrafuertes, los arbotantes, las torres e incluso las gárgolas, los vitrales y el rosetón.
La boca sin dentadura reduce al hombre a la categoría de lactante. Un ser desnudo. La boca ya no es la zona más expresiva del rostro, la que denota las emociones (nos tapamos la boca para disimular).
El hombre sin dientes pasa a tener un orifico, tal que si tuviera otro ano. Una impudicia, un horror.
El absurdo queda muy bien en la literatura, pero la sanidad pública es otra cosa.
¡Encuentren una dentadura a ese hombre, por favor!.

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